Pactar nuevos acuerdos económicos y en materia de defensa. Garantías de seguridad en la región y la posibilidad de apoyar a Arabia Saudí en el desarrollo de su propio programa nuclear. Estas son algunas de las promesas de Estados Unidos a Riad, en un intento de conseguir un acuerdo histórico para normalizar las relaciones entre sus dos principales aliados en Oriente Próximo, Arabia Saudí e Israel.
Pero meses de conversaciones directas e indirectas entre los tres parecen haber quedado en aguas estancadas desde el 7 de octubre, cuando un ataque de Hamas en Israel provocó el inicio de una nueva guerra y bombardeos en la Franja de Gaza. Pese a que Riad no ha admitido públicamente que se ha congelado el acercamiento, varios funcionarios del país lo han comunicado a las agencias de noticias internacionales.
«Arabia Saudí ha decidido suspender el debate sobre la posible normalización y ha informado a los funcionarios estadounidenses», señaló una de las fuentes diplomáticas a AFP. Fuentes saudíes y estadounidenses han confirmado que Washington presionó a Riad para condenar el ataque de Hamas, pero el país árabe se abstuvo. Este distanciamiento supone un fiasco para Estados Unidos, que intenta normalizar las relaciones de su aliado Israel, en una región en la que la causa palestina sigue siendo una cuestión importante.
Por su parte, el asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, rechazó que las conversaciones estuvieran «en suspenso» y aseguró que los tres países están concentrados en los desafíos más inmediatos. La monarquía saudí nunca ha reconocido a Israel y tampoco hizo un gesto de unirse a los Acuerdos de Abraham de 2020, negociados por Estados Unidos, en los que varios países árabes como Bahréin, Emiratos Árabes Unidos o Marruecos normalizaron relaciones con Israel. Sin embargo, tras meses de trabajo diplomático, el príncipe heredero Mohamed bin Salman señaló hace un mes que «cada día están más cerca» de un acuerdo con Israel, aunque insistió que la cuestión palestina le parecía «importante». «Necesitamos resolver esa parte. Necesitamos facilitar la vida de los palestinos». La guerra entre Israel y Hamas ha forzado a Riad a replantear sus prioridades más inmediatas en política exterior. El país, que alberga La Meca y Medina, los lugares más sagrados para los musulmanes, ejerce una gran influencia sobre la región y los musulmanes de todo el mundo.
Desde el estallido de la guerra, Riad ha intentado rebajar la escalada de tensión entre Israel y Hamas. Recibió este domingo la visita del secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, que calificó el encuentro de «muy productivo», en su tour por seis países árabes e Israel para reducir las tensiones en la región. Bin Salman también discutió la guerra con el presidente iraní, Ibrahim Raisi. Fue la primera llamada entre los dos líderes después de que sus países anunciaran la normalización de relaciones tras siete años de incomunicación.
Bin Salman expresó la «oposición del reino a cualquier forma de ataque contra civiles y la pérdida de vidas inocentes» y reiteró la «postura inquebrantable de Riad al defender la causa palestina», señaló el comunicado de la monarquía. Arabia Saudí también criticó la orden de Israel de evacuar el norte de la Franja de Gaza, provocando el desplazamiento de más de un millón de «civiles indefensos», denunció en su comunicado más duro desde el inicio de la guerra.
La guerra en Gaza parece haber frustrado este acercamiento diplomático que preocupaba a varios actores de la región. Principalmente a Irán, enemigo de Israel que tiene vínculos con el grupo Hamas y con Hizbulá, el grupo chií libanés que tiene un brazo político y uno armado. También plantea preguntas sobre si Estados Unidos puede ignorar la cuestión palestina en su intento de ayudar a Israel a mejorar sus relaciones con los países de la región.