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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha entrado en la polémica creada por el aspirante a la Casa Blanca en las elecciones de noviembre, Donald Trump, que el sábado dijo que «animaría» a Rusia a atacar a los países de la OTAN que no destinan a defensa al menos el 2% de su PIB. Y no se ha andado por las ramas. «Por el amor de Dios. Es una idiotez. Es vergonzoso. Es peligroso. Es antiamericano. Cuando Estados Unidos adquiere un compromiso, lo cumple, y la OTAN es un compromiso sagrado. Para Donald Trump, es una carga«, dijo Biden desde la Casa Blanca.

Las declaraciones de Biden se suman así a la de la práctica totalidad de los líderes de los países que constituyen la OTAN, que han reaccionado con indignación ante las palabras de Trump, plagadas de mentiras palmarias y fácilmente rebatibles para cualquiera que sea capaz de hacer una búsqueda en Google, abriendo la puerta a la posibilidad de que Rusia ataque a cualquier miembro de la OTAN que sea «moroso». Es una tontería soberana porque la OTAN no tiene cuotas, así que es imposible ser moroso, y, encima, el país que más contribuye a su presupuesto no es EEUU sino Alemania. Pero en un país en el que la mitad de la población no sabe cuáles son las tres ramas del Gobierno (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) y uno de cada cinco no es capaz de poner a su país en un mapamundi, esas afirmaciones tienen eco.

Pero las palabras de Trump han abierto una ventana de oportunidad a Joe Biden para retomar la iniciativa política, después de los ataques que ha sufrido por su presunta falta de memoria en el informe del fiscal especial Robert Hur que ha investigado la sustracción por el presidente de documentos secretos. Indirectamente, el mensaje que Biden está lanzando es que más vale alguien que tal vez sufra pérdida de memoria, como él, en la Casa Blanca, que su rival, Trump, que no solo quiere crear campos de detención para deportar a millones de inmigrantes y salir de la OTAN, sino que incluso anima a Vladimir Putin a invadir países europeos, algo que al presidente tiene a ocurrírsele espontáneamente. «Ningún otro presidente en la Historia de Estados Unidos se ha doblegado a un dictador ruso«, dijo Biden, que calificó las palabras de Trump de «peligrosas» y volvió a reafirmar que «si Putin ataca a la OTAN mientras yo sea presidente, Estados Unidos defenderá cada pulgada de territorio de la OTAN», una frase que ya había usado en repetidas ocasiones cuando comenzó la invasión rusa de Ucrania de 2022.

Las palabras de Trump también han llegado en un momento en el que Biden ha logrado tras casi cinco meses desbloquear a la ayuda de 61.400 millones de dólares (57.300 millones de euros) de ayuda militar de EEUU a Ucrania. El paquete de ayuda fue aprobado en la madrugada de hoy, martes, en el Senado con el voto a favor de 17 legisladores republicanos que resistieron a las presiones de Donald Trump para hacer fracasar el plan. Trump quiere que EEUU siga sin dar ayuda a Ucrania tanto por su afinidad con Vladimir Putin, quien admira abiertamente, como para infligir una derrota política a Biden. Es la misma razón por la que ha forzado a los republicanos del Congreso a votar no a la misma ley de control de la inmigración que éstos llevaban reclamando desde hacía conco meses como condición inexcusable para apoyar a Kiev.

La ayuda a Ucrania ahora debe ser aprobada en la Cámara de Representantes. Allí es más difícil que salga, porque el presidente de ese cuerpo legislativo, Mike Johnson, es un ‘trumpista’ extremo que no quiere ni que la propuesta se vote, ya que sabe que podría haber representantes de su propio partido que votaran con los demócratas para aprobar la ayuda. En un acto sin precedentes, el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell – un destacado conservador que, sin embargo, no puede ni ver a Trump – ha pedido hoy a Johnson que permita la tramitación de la ayuda a Ucrania.