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Estados Unidos intervendrá en Gaza con fines humanitarios. Joe Biden ha ordenado a las Fuerzas Armadas que establezcan un puerto en ese territorio para poder llevar alimentos y ayuda humanitaria a la población. En los últimos días se han empezado a producir muertes por malnutrición -al menos 12, según la prensa estadounidense- debido a la renuencia de las autoridades israelíes a permitir el libre tránsito de los camiones de ayuda humanitaria.

Biden lo anunciará oficialmente esta noche (horario de España) durante su discurso sobre el Estado de la Unión.

El objetivo de la Casa Blanca es permitir un corredor de tráfico marítimo humanitario desde Chipe, donde se encuentra ya al menos un barco con comida, hasta Gaza. Para ello, las Fuerzas Armadas estadounidenses construirán un puerto en el territorio palestino que permitirá la llegada de ayuda a gran escala y de forma continuada a la Franja, que se encuentra sumida en el caos desde que el 7 de octubre el grupo terrorista palestino Hamas lanzó un salvaje ataque contra Israel en el que murieron más de 1.300 personas, de las que unas 800 eran civiles. Desde entonces, Israel ha invadido Gaza, en una guerra en la que han muerto más de 30.000 palestinos, de los que 24.000 son civiles.

La decisión es un paso más en la política de Washington de imponer al Gobierno israelí de Netanyahu un cierto control en su ofensiva. EEUU no ha ahorrado esfuerzos diplomáticos, involucrando especialmente a la directora de USAID (la agencia de desarrollo internacional de EEUU, similar a la AECI española), Samantha Power. Así es como EEUU empezó a lanzar sobre Gaza ayuda humanitaria desde aviones militares basados en Jordania el sábado, continuando y reforzando una iniciativa que ya había sido iniciada, además de por ese país árabe, por Países Bajos y Francia. Un factor fundamental en la operación de aérea fue convencer a Israel de que permitiera a los aviones volar a baja altura, con lo que la comida podía ser lanzada con más precisión y no caía sobre el mar.

Aunque el Gobierno de Joe Biden no ha criticado públicamente a Israel, mantiene inalterados sus envíos de armas a ese país y cubre un tercio del coste de la guerra para Tel Aviv, el malestar con Netanyahu en la Casa Blanca y el Departamento de Estado es considerable. Washington cree que Israel está atacando específicamente las oficinas de la policía palestina que protege los convoyes de ayuda, con lo que éstos quedan desprotegidos ante los cada vez más numerosos saqueadores que están proliferando en Gaza en medio del caos de la guerra. Israel también quiere expulsar a la ONU de Gaza.

Finalmente, al equipo de Biden le preocupa la indiferencia israelí respecto a lo que pase después de la guerra. Su insistencia en que Hamas no tiene futuro en Gaza y que sólo grupos que no tengan afiliación política estarán autorizados para ejercer autoridad en la región es, para Washington, el equivalente de dar carta verde a mafias y salteadores de caminos a que tomen el control de la Franja. De hecho, en el norte de Gaza, que lleva bajo ocupación israelí tres meses, los convoyes de ayuda humanitaria tienen a menudo que pagar peaje bajo la forma de la entrega de uno o varios camiones, a los grupos armados que controlan la región para poder seguir su camino hasta las áreas en las que está la población más necesitada.

Biden prefiere que exista Hamas -al menos, es un interlocutor, que recibe ayuda de aliados de EEUU y de Israel como Qatar- a que haya un caos de bandas armadas y mafias del que puede, además, salir una nueva Al Qaeda, una versión palestina de los talibán, o una facción del Estado Islámico que acaben dejando a los actuales islamistas como un mal menor.