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  • Oceanía 50 heridos por un «fuerte movimiento» en un avión chileno que viajaba de Australia a Nueva Zelanda
  • Un pasajero del vuelo «La gente salió despedida de sus asientos, golpeó el techo y cayó por los pasillos»

El pasado 11 de marzo, un avión Boeing 787 de la compañía chilena Latam Airlines que volaba entre Australia y Nueva Zelanda -antes de continuar hacia Santiago en Chile- perdió repentinamente altitud en pleno trayecto. En ese momento, decenas de pasajeros no llevaban el cinturón de seguridad y los asistentes de vuelo caminaban por los pasillos sirviendo comidas y bebidas y el fuerte movimiento del aparato hirió a 50 personas, que tuvieron que ser atendidos al aterrizar en Auckland. Ahora se ha descubierto que todo pudo estar provocado por que una azafata pulsó sin querer un botón.

La información, desvelada por el ‘Wall Street Journal’, apunta a que una azafata activo sin querer un interruptor en la cabina mientras servía la comida a los pilotos, lo que provocó la repentina y brusca caída de más de 100 metros del aparato. Al tocar ese interruptor, el asiento del piloto se impulsó hacia adelante automáticamente y éste impactó con el control de mando provocando el percance.

«Una azafata que estaba en la cabina de pilotos para servirles la comida apoyó su codo en la cubierta del interruptor que mueve eléctricamente el asiento para guardarlo. El asiento procedió a moverse hacia adelante, empujando al capitán contra la palanca de mando ya que, al parecer, estaba sentado con las piernas cruzadas. Al presionar la palanca se desconectó el piloto automático (AP) y se inició un breve descenso en picada», relata el informe de Boeing sobre el incidente desvelado por el medio norteamericano.

Pero los tres pilotos de avión consultados por el Corriere en los últimos días afirman que nunca habían oído algo parecido. «Es una historia que, francamente, tiene poca credibilidad – explica uno de ellos, que pide el anonimato porque no está autorizado por su empresa a hablar públicamente -. Se pueden ver los parámetros de vuelo, saben qué comando se activó poco antes de la pérdida repentina de altitud.» Por este motivo, los tres profesionales que llevan más de 20 años en servicio creen que se ha facilitado una «versión oficial complaciente».

Los tres comandantes no descartan que el mecanismo automatizado se haya atascado, pero lo consideran inverosímil. El botón de movimiento del asiento está cubierto por una solapa, señalan. «O faltaba la puerta o quedaba abierta, aunque no exista tal posición: hay que meter la mano, levantarla y mover el asiento». Y en cualquier caso, prosiguen, «incluso suponiendo que estuviera abierto, el asiento se mueve muy lentamente y la maniobra va acompañada de un ruido bastante fuerte: quien esté sentado en él no puede dejar de notar el movimiento, a menos que esté distraído con algo».

Por este motivo, prosiguen, «el hecho de que el asiento se haya movido hasta el punto de obligar al piloto a presionar su cuerpo sobre los mandos, lanzando el morro del avión hacia abajo, suscita varias dudas«. A menos que, según la hipótesis de dos de los tres capitanes, «la azafata estuviera sentada por alguna razón en uno de los asientos de los dos pilotos y tocara algo que no debería haber tocado». Un comportamiento «obviamente no autorizado» que podría haber empujado a quienes estaban en la cabina a ponerse de acuerdo sobre una versión de conveniencia.

La investigación de las autoridades de aviación civil de Chile, Nueva Zelanda, Boeing e Ipeco (que fabrica ese asiento específico para los pilotos) continúa y pronto los expertos deberían poder cruzar los datos de la dos cajas negras del aparato, una que registra los parámetros de vuelo y la otra que almacena conversaciones de audio en la cabina.

Que el asunto aún no está cerrado lo confirma también la respuesta al Corriere de un portavoz de Latam Airlines: «Seguimos trabajando en coordinación con las autoridades para apoyar las investigaciones en curso», afirmó por correo electrónico.