• Perfil Kevin McCarthy, elegido por fin presidente de la Cámara de Representantes tras 15 votaciones
  • Política EEUU evita in extremis el cierre de su Administración Pública

La guerra civil entre los republicanos en el Congreso ha comenzado. El ala dura de la bancada conservadora inició el lunes por la noche su estrategia para reemplazar a Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes, una rebelión a bordo gestada por Matt Gaetz, el congresista radical por Florida, que aún no le perdona la traición de haber evitado el cierre del Gobierno a última hora del sábado con ayuda de los demócratas. Paradójicamente, McCarthy depende ahora de los progresistas para sobrevivir a la moción de censura en su contra.

El todavía líder de los republicanos respondió hora después con un llamamiento a la votación en el que se ha mostrado convencido de salvar su puesto, firme además en su intención de no ceder ante los demócratas ni alcanzar acuerdos entre bambalinas para asegurarse el éxito en el recuento. El problema es que las cuentas no le cuadran. Los republicanos tienen 221 escaños y los demócratas 212. Basta con que un puñado de los díscolos republicanos le den la espalda -lo que se antoja bastante probable- para que quede a merced de la bancada rival, que ni se fía de McCarthy ni está dispuesto a apoyarle sin una serie de condiciones favorables para sus intereses.

Un triunfo de la rebelión republicana tendría graves implicaciones políticas. Una vacante en la presidencia de la Cámara de Representantes significaría una parálisis de la actividad hasta elegir a un nuevo líder. O lo que es lo mismo, el caos. Todo ello con la amenaza latente de un nuevo cierre del Gobierno tras el acuerdo parcial del pasado fin de semana, que solo tiene validez hasta el 17 de noviembre.

McCarthy se ha negado a disculparse por sus maniobras políticas para mantener el Gobierno operativo. «Si al final del día me destituyen de la presidencia porque tomé medidas para garantizar que las tropas y los agentes de la Patrulla Fronteriza sigan recibiendo su pago, esa es una lucha que vale la pena«, dijo el congresista por California.

Los demócratas tampoco se han pronunciado de forma contundente a favor o en contra. Su posición es tibia por motivos obvios. Por un lado es una oportunidad de acabar con un rival político que está detrás de la investigación formal contra Joe Biden -en ruta hacia un impeachment– por los presuntos manejos turbios de su hijo, Hunter Biden, en el extranjero. Pero por otro saben que es su mejor carta para evitar el cierre del Gobierno en noviembre.

Lo que parece claro es que el enfrentamiento entre McCarthy y Gaetz ha entrado en el terreno personal. Los congresistas díscolos aceptaron a regañadientes su designación como presidente de la Cámara de Representantes el pasado mes de enero, y desde entonces han hecho todo lo posible por torpedear su andadura, con Gaetz como líder de esa oposición.

«Creo que tenemos que seguir adelante con un nuevo liderazgo que pueda ser digno de confianza», indicó Gaetz el domingo, un desafío que parece haber aceptado su oponente más moderado. «Que así sea. Acabemos con esto y empecemos a gobernar«, le contestó McCarthy. Su futuro, en el aire y pendiente de la votación del martes en la Cámara de Representantes. ¿Continuidad o caos?