La ley de inmigración francesa ha sufrido el primer golpe nada más llegar a la Asamblea para su debate el lunes. Éste no tendrá lugar, pues la mayoría parlamentaria ha aprobado una moción de rechazo preliminar presentada por los ecologistas. Esta implica que se bloquea el examen de las enmiendas en la Asamblea. Esta moción contaba con los votos de la izquierda (socialistas, comunistas y La Francia Insumisa) y había dudas con lo que iban a hacer la extrema derecha de Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen, y la formación conservadora de Los Republicanos. Finalmente han votado a favor.

Se trata de un golpe para el Gobierno, que no tiene mayoría en la Asamblea, pero sobre todo para el ministro del Interior, Gérald Darmanin, cuyo futuro político queda comprometido si la ley no sale adelante. Los Republicanos, partido del ala conservadora en cuyas filas militó Darmanin, es la llave del Gobierno para poder sacar adelante sus reformas. La formación ya había dejado claro que no admitirá cambios en la norma tal y como salió del Senado.

La Ley de inmigración busca controlar los flujos, pero sobre todo facilitar las expulsiones de los extranjeros que hayan delinquido, o aquellos que supongan una amenaza contra la República. La aprobación de esta moción ha sido por pocos votos: 270 a favor, contra 265.

Las salidas que tiene el Gobierno son varias, aunque en realidad ninguna buena: en principio, el texto vuelve al Senado, donde se procederá a una segunda lectura del proyecto que ya salió de ahí. Esta cámara endureció el original, que era más equilibrado. Por ejemplo, se descafeinó el artículo que permitía regularizar a los inmigrantes sin papeles que trabajan en oficios donde falta mano de obra, como construcción o la hostelería. Este artículo era una concesión a la izquierda.

Finalmente el Senado acordó que sean los prefectos (delegados del Gobierno) los que decidan caso por caso. Otro de los cambios que se votó fue eliminar la ayuda médica del Estado para los sin papeles, y sustituirla por otro mecanismo de urgencia. La izquierda y la mayoría presidencial contaban con modificar la norma (y devolverle el espíritu original) en la Asamblea, a través de la discusión de enmiendas, pero Los Republicanos habían advertido que no iban a aceptar un texto retocado.

Macron, sin apoyos

Finalmente han cumplido su amenaza: han votado a favor de la moción 40 diputados de los 62 que tiene el grupo. «El texto que salió del Senado e iba a ser debatido en la Asamblea, donde iba a ser desmantelado, no puede responder a los desafíos migratorios» del país, ha declarado Eric Ciotti, presidente de Los Republicanos, que ha instado al Gobierno a retomar «el texto tal y como ha salido» de la Cámara Alta.

Jordan Bardella, presidente de Reagrupamiento Nacional, ha pedido la dimisión de Darmanin, al considerar que queda desautorizado. Marine Le Pen ha anunciado que presentará a partir del martes un proyecto de ley «que no tengo ninguna duda que será aceptado por la mayoría».

Otra de las opciones que tiene el Gobierno es convocar la comisión mixta, formada por parlamentarios y senadores, para plantear un texto alternativo al que salió del Senado. Esta opción es menos viable, dado que domina la derecha y tampoco iba a llegar a un consenso. La tercera opción es retirar la ley, que tampoco parece probable.

Lo ocurrido con esta ley plantea las dificultades de Emmanuel Macron y su Gobierno para aprobar sus reformas, pues están en minoría y la fiabilidad de Los Republicanos como socios del Gobierno ha quedado totalmente en entredicho. La reforma de las pensiones, de hecho, se tuvo que aprobar por decreto (a través del artículo 49.3 de la Constitución, que permite hacerlo sin votación), ante las dudas de contar con los apoyos republicanos suficientes para aprobarla. Fue el pasado marzo y su visto bueno por la fuerza provocó fuertes disturbios en todo el país.

Darmanin, que ha rechazado hasta ahora hacer uso del polémico artículo 49.3, dijo en su intervención en la Asamblea que «rechazar el debate sobre la inmigración es rechazar un tema que preocupa a los franceses». La inmigración «es un movimiento que nos concierne a todos, a los países tocados por guerras, por el radicalismo.. y Europa conoce una presión migratoria constante».

Según Darmanin, la soberanía de un pueblo «consiste en su capacidad para fijar reglas, como en qué proporción de inmigración acepta la sociedad y en qué condiciones podemos garantizar su integración. No hay inmigración sin integración», añadió. Al acabar su intervención los diputados de Los Republicanos, ya mostrando la intención del voto, abandonaron el Hemiciclo.