• Guerra Rusia ataca en Ucrania los puertos de comercio de grano tras retirarse del acuerdo de exportación

No es una preocupación nueva, pero sí se ha redoblado en las últimas semanas. La UE advierte de que el asedio ruso a toneladas de grano en Ucrania provoque hambrunas en los rincones más vulnerables del mundo. El bloqueo de Rusia, que a mitad de julio se marchó de forma unilateral del conocido como acuerdo del Mar Negro, «agrava aún más la crisis alimentaria mundial, poniendo en riesgo a cientos de millones de personas vulnerables en todo el mundo». Es la advertencia que Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, ha expresado a los 27 ministros del ramo a través de una carta que recoge EFE.

«La guerra también se hace bloqueando el acceso de los alimentos a los mercados. La sociedad europea debe ser consciente de que esta es una prueba de resistencia». Podría parecer una declaración reciente, pero son unas palabras de Josep Borrell hace ahora un año. Pocos días después, Ucrania y Rusia cerraron un acuerdo, bajo los auspicios de la ONU y la mediación de Turquía, para permitir la exportación de las 20 millones de toneladas de grano que yacían bloqueadas a las puertas del Mar Negro. Un movimiento, que Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, calificó por entonces como «un faro de alivio». Apenas un año después de su entrada en vigor, el 17 de julio, Moscú se retiró del pacto.

Según el Grupo de Respuesta a la Crisis Global de Naciones Unidas, 1.200 millones de personas en el planeta están expuestos a sufrir de forma directa una «tormenta perfecta» por el bloqueo de productos como el aceite de girasol, el maíz o de los fertilizantes. Las turbulencias de la guerra en Ucrania están resquebrajando las costuras más allá de los confines europeos. Esta semana, la Oficina de Estadística de la UE (Eurostat) revelaba que los alimentos en la Eurozona cuestan hoy un 10,8% más que hace un año.

Esas sacudidas son más punzantes en los países en desarrollo, especialmente en África y Oriente Próximo, que cuentan con una fuerte dependencia del cereal de Ucrania, el conocido como «granero» del mundo. Todo ello unido a los efectos adversos del cambio climático, a la inestabilidad en países como Níger o al auge del terrorismo y de los conflictos amenazan con desatar fuertes éxodos desde Jordania hasta Ghana. Como medida de emergencia, los europeos preparan un paquete financiero de emergencia estimado en 18.000 millones de euros para paliar las consecuencias de la crisis alimentaria en las zonas más vulnerables.

En medio, se libra la batalla por el relato. Rusia acusa a los ucranianos de no cumplir con su parte del acuerdo y a los europeos de obstaculizar el tránsito del grano con sus sanciones económicas. Mientras que la UE lleva tiempo advirtiendo de que el Kremlin está utilizando la comida como un arma de guerra. «Es una actitud inhumana que va a crear una enorme crisis alimentaria en todo el mundo», aseveró Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, en el último Consejo de Asuntos Exteriores. Durante el encuentro, celebrado a finales del mes pasado en la capital comunitaria, el Alto Representante acusó a Rusia de bombardear las infraestructuras del puerto de Odesa destruyendo más de 60.000 toneladas de grano. Unos ataques continuados que levantaron polvo y preocupación porque se produjeron más cerca que nunca cerca de territorio de la OTAN.

También de fondo, cada bando mueve sus fichas para sumar aliados y simpatizantes en el tablero mundial. Putin planea una visita a Estambul, que todavía carece de fecha fija, para reunirse con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan. Y ya se ha adelantado anunciando el envío gratuito de entre 25.000 y 50.000 toneladas de grano a varios países africados. La UE, por su parte, activa sus llamadas de emergencia al G-20. «Si la comunidad internacional habla con una voz clara y unificada, Rusia podría reconsiderar y retomar su participación en esta vital iniciativa«, recoge la misiva.

En paralelo, los europeos estudian las fórmulas para permitir el tránsito de cereales por vía terrestre, a través de los llamados Corredores de Solidaridad. Un escenario que genera tensión y no poca división entre las capitales. Países fronterizos como Polonia, Eslovaquia y Bulgaria vetaron hace unos meses la entrada de productos agrícolas ucranianos alegando una amenaza existencial para sus agricultores y campesinos.