Leslie, la heroína que rescató a sus hermanos de la selva colombiana

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Leslie estaba enseñando su primer año de secundaria en la Reserva Nativa Los Monos, en medio de la selva en la provincia de Caquetá. La familia Roanoke vivía en un pequeño pueblo, Puerto Sábalo, con solo 20 familias, a orillas del caudaloso río Caquita. De la etnia huitoto, su vida da un vuelco cuando su padre, un cacique de su comunidad local, tiene que abandonar su tierra amenazada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el Nuevo Ejército del Pueblo.

No podía llevárselos todos a la vez, dado el elevado precio de los billetes de avión, 700 mil el billete (155 euros). Araracuara, un pequeño pueblo en la zona selvática donde vivían, y perteneciente al extenso municipio de Solano, cuenta con un aeropuerto de corto recorrido. Sólo viajan cinco o siete aviones de pasajeros, Como el que se estrellóy aviones de carga. Los vuelos cuyo único destino era San José del Guaviare, capital de la vecina provincia de Guaviare, ciudad a la que se dirigía el paquete siniestrado.

Cuando Manuel Roanoke, de los huitoto, se unió a Magdalena Mokotoi, de la etnia moinami, ella era madre de dos hijas: Leslie y Solini. La pareja tuvo otros dos hijos, Tian Nouriel, el único varón, y la pequeña Christine Neriman, que cumplió un año mientras estaban desaparecidos. En cuanto a Manuel, los considera a los cuatro, sin distinción alguna. Me lo contó cuando, el jueves, lo encontré en el campamento formado, junto a la mochila rota, por decenas de indígenas que habían venido de sus tierras a ayudar a buscar a sus hijos.

La tía de la niña, Damaris Mokotoi, dijo que a los dos niños mayores les encantaba un juego de supervivencia que podría haber ayudado a salvar su vida. «Cuando jugábamos, nos instalamos como pequeñas granjas y creo que lo hicieron»., explicó a Noticias Caracol. «Ella sabía qué frutas no podía comer porque había muchas frutas venenosas en el bosque. Y sabía cómo cuidar a un bebé».

Manuel Ranoc, Padre de los Niños Perdidos.
Manuel Ranoc, Padre de los Niños Perdidos.Juan BarretoAgencia de prensa de Francia

Aunque Manuel Roanoke no tiene nada que ver con la coca o la extracción ilegal de oro, son las principales fuentes de ingresos de la Inspección Araraquara, que promueve a los militantes. Según fuentes oficiales consultadas por este diarioAlgunos indígenas sobreviven cargando hasta 80 kilogramos de coca a la espalda. Hay rutas de un día y otras de hasta 15. Según la distancia cobran 15.000, 20.000 o 30.000 pesos por cada kilo de medicina que llevan.

Lamentablemente para los vecinos, no solo no hay cultivos de coca, sino que están inmersos en la ruta del narcotráfico hacia Brasil. El río Caquetá se convierte en el río Puro en suelo brasileño, una gran vía para los narcotraficantes por su navegabilidad y dificultad para controlarlo. De ahí los asesinatos, el desplazamiento de amenazados, como Manuel, y el reclutamiento de menores por parte de las FARC-EP, con las que el gobierno inicia negociaciones de paz. La gente debe obedecer las reglas de la guerra de guerrillas, incluida la ley del silencio.

A partir de ahora tendrán que empezar una nueva vida, en Guaviare, donde las FARC también son fuertes, o en algún otro lugar de Colombia donde se sientan tranquilos.