El relato oficial lo definió como un ‘encuentro amistoso’ entre dos países aliados, pero la evidencia apunta más a un ‘tirón de orejas’ de la Casa Blanca hacia sus vecinos del sur. La plana mayor del gobierno de Joe Biden viajó ayer a México para reunirse con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y encontrar una salida conjunta a la crisis migratoria que ha disparado la llegada de indocumentados a las puertas de EEUU. A pesar de las expectativas previas, la reunión celebrada en el Palacio Nacional de la capital mexicana se zanjó sin grandes consensos, tras dos horas y media de conversaciones, en las que ambas partes expusieron sus propias recetas para contener el flujo, pero sin ofrecer soluciones a corto plazo, más allá de la vaga promesa de instalar un «equipo de trabajo conjunto» que se reunirá «periódicamente» para abordar el tema. En vísperas de un año electoral en el que se renuevan las presidencias de ambos países, la ‘patata caliente’ de la migración se ha situado en el centro del debate público a ambos lados del río Bravo.
En torno a la mesa de negociaciones presidida por López Obrador se sentaron, por parte de EEUU, los secretarios de Estado, Anthony Blinken, y de Seguridad, Alejandro Mayorkas, la asesora de Seguridad la Casa Blanca, Elizabeth Sherwood-Randall, el embajador en México, Ken Salazar, y varios cargos intermedios de Consejo de Seguridad Nacional. Del lado mexicano, participaron la secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena Ibarra, el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, el secretario de Marina, José Rafael Ojeda, la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde y la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez. Aunque la noticia a este lado de la mesa estuvo marcada por la ausencia del principal responsable de la política migratoria, el director del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño, quien está siendo investigado por su papel en el incendio de la estación migratoria de Ciudad Juárez, que provocó la muerte de 40 migrantes el pasado 27 de marzo.
Nada más finalizar el encuentro, el presidente López Obrador celebró que se habían alcanzado «importantes acuerdos», los cuales se darían a conocer a la brevedad, según prometió la responsable de la diplomacia mexicana a través de un comunicado conjunto. Sin embargo, más de ocho horas después de esas declaraciones, con la delegación estadounidense volando ya de regreso a Washington, dicho documento seguía sin publicarse, un hecho que revela hasta qué punto llega la falta de entendimiento entre dos socios condenados a entenderse. El desencuentro se produce a falta de pocos días para que se cierre uno de los años con mayor flujo migratorio de las últimas décadas, con la campaña electoral de EEUU a la vuelta de la esquina y coincidiendo con la salida de una Caravana de 8.000 migrantes desde la frontera con Guatemala.
Uno de los objetivos que se había marcado el gobierno de AMLO para esta cita era lograr la reapertura de los puestos fronterizos de San Ysidro, Eagle Pass y El Paso, clausurados recientemente por la Casa Blanca como respuesta a la oleada de «migración irregular sin precedentes», según justificaron en un comunicado. Todo apunta a que esta medida de presión diplomática, habitual en tiempos de tensión entre los dos países, seguirá vigente para frustración de los exportadores mexicanos. Según desveló la Confederación Patronal de la República Mexicana, el valor de las mercancías que se habían quedado varadas superaba los 2.000 millones de dólares. A través de un comunicado, la mayor patronal del país instó a los dos países a dialogar para evitar «medidas discrecionales que representan un fuerte golpe económico para México y socavan la confianza entre ambos países».
El ‘guardián de la frontera’ de EEUU
A lo largo del sexenio, el presidente López Obrador ha sabido mantener una política migratoria ambivalente que le ha permitido afianzarse como un aliado sólido para las administraciones de Donald Trump y Joe Biden. Mientras que, de cara a la opinión pública, defendía una visión humanitaria, apostando por atajar la crisis con inversiones en los países emisores de emigrantes, en la práctica, a nivel interno, ha asumido su rol como ‘guardián de la frontera’ de EEUU, militarizando la seguridad fronteriza con 32.000 efectivos de la Guardia Nacional y aceptando acoger en su territorio a los deportados y solicitantes de asilo. Sin embargo, esa complicidad se ha visto perturbada en momentos de mayor presión migratoria, como el que se vive en estos momentos, con una media de 10.000 migrantes cruzando la frontera entre México y EEUU cada día.
En la víspera de la reunión de alto nivel, López Obrador denunció en su rueda de prensa diaria, popularmente conocida como ‘Mañanera’, la necesidad de alcanzar un acuerdo cuanto antes ya que, «como hay elecciones en EEUU, va a calentarse el tema migratorio. Algunos lo usan como bandera y hay campañas con el tema». Así mismo, el líder mexicano expuso que, además de encontrar soluciones conjuntas para contener el flujo, animaría a sus pares estadounidenses a retirar las sanciones económicas a Cuba y Venezuela, tal y como se comprometió en los ‘Acuerdos de Palenque’, firmados el pasado 22 de octubre sin la presencia de EEUU que, a diferencia de Nicolás Maduro o Miguel Díaz-Canel, no fue invitada a la cumbre.
Para el presidente mexicano, las sanciones contra el chavismo y el castrismo son las principales responsables de las diásporas cubana y venezolana, «vamos a ayudar, como siempre lo hacemos, para llegar a acuerdos con el gobierno de Venezuela y que se atiendan las diferencias con Cuba (…) en vez de poner alambradas en el río o construir muros, es más humano invertir en el desarrollo de los pueblos», aseguró. EEUU por ahora se resiste a levantar dichos bloqueos, aunque sí ha ofrecido más facilidades a sus ciudadanos para obtener asilo político. Más de medio millón de cubanos han salido de la Isla en los últimos dos años, una cifra equivalente al 4% de la población total, mientras que los venezolanos representan la nacionalidad más común del éxodo latinoamericano, con cerca de 8 millones según cifras de la Plataforma R4V.
Según desveló recientemente la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, más de 2,4 millones de migrantes fueron interceptados por vía terrestre durante el año fiscal 2023 (que va de octubre del 2022 a septiembre del 2023), una cifra sin precedentes en la región. Esa tendencia se ha mantenido en los últimos meses del año. Entre la última semana de noviembre y la primera de diciembre, las autoridades estadounidenses detuvieron en la frontera a 53.016 y 69.462 migrantes respectivamente. Preocupado por el coste político que puedan acarrear estas cifras récord, que refuerzan los argumentos de sus rivales republicanos, el presidente Biden decidió enviar a sus ‘primeras espadas’ a México, dos días después de Navidad, en una visita inusual que no ha logrado el propósito de que sus vecinos levanten un ‘muro’ disuasorio al sur del río Bravo.