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Los argentinos contienen la respiración: en medio de una ola de rumores, nadie tiene claro qué hará y dirá Javier Milei en el show que ha organizado para el viernes por la noche, una inédita apertura nocturna de sesiones del Parlamento al que el presidente argentino define insistentemente como un «nido de ratas».
Es el State of the Union que se organizó para sí mismo a las 21:00 horas. Milei, profundo admirador de todos los ritos y símbolos de los Estados Unidos, hasta tal punto de que la promesa electoral más potente que lo impulsó hacia la presidencia es la dolarización.
El gran afán del ultraliberal en estos días pasa por desmantelar estructuras y cajas del Estado. Se frenó la creación de nuevas universidades aprobadas por ley, se les quitó a las organizaciones sindicales el control de las multimillonarias partidas destinadas a los planes sociales y se anunció el cierre del Instituto contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) y la derogación del lenguaje inclusivo y de la perspectiva de género en la Administración pública. Días antes, el Ministerio de Defensa había anunciado que ya no se podría decir «generala» ni «caba».
«Ya hay un cambio, es un cambio cultural. Se están dando discusiones que no se estaban dando», argumentó Ramiro Marra, legislador libertario en el Ayuntamiento de Buenos Aires. «El cierre del Inadi es todo un logro».
La decisión de prohibir el lenguaje inclusivo despertó severas críticas, pero el portavoz presidencial, Manuel Adorni, argumentó que no es necesario. «El lenguaje que contempla a todos los sectores es la lengua castellana, no veo por qué tener estructuras. Es un debate en el cual no vamos a participar porque consideramos que las perspectivas de género se han utilizado también como negocio de la política, eso no tiene discusión».
Así, Milei está avanzando mucho más allá de la economía, mucho más allá de intentar bajar la inflación, que es la razón por la que la abrumadora mayoría de sus votantes lo llevó a la Presidencia: envalentonado tras su paso por el Foro de Davos y por la Conferencia Conservadora de Estados Unidos, la CPAC, en la que intervino durante un minuto y medio y dedicó varias reverencias a Donald Trump, Milei encara esa misión a la que se refiere Marra, la del «cambio cultural».
Ese cambio, el que desde su perspectiva necesita Argentina, lo tiene enfrentado a 23 de los 24 gobernadores del país. La amenaza de las provincias patagónicas de cortar el envío de petróleo al resto del país no se concretó en parte porque un juez federal le dio la razón al gobernador de Chubut, en parte porque el ministro del Interior, Guillermo Francos, retomó el diálogo con varios de ellos tras los feroces ataques y descalificaciones de Milei.
Este miércoles, los sindicatos se han manifestado ante la sede del Ministerio del Capital Humano, ese macroministerio creado por Milei que engloba Trabajo, Desarrollo Social, Educación, Salud y Seguridad Social. Acusan a su titular, Sandra Pettovello, de desfinanciar los programas que envían alimentos a los más pobres. La ministra niega que sea así.
Entretanto, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que de dura rival de Milei en las presidenciales pasó a ser una de sus grandes defensoras, ha dedicado este miércoles a garantizar el acceso a los aeropuertos del país y a impedir cualquier bloqueo: una huelga de Aerolíneas Argentinas y de los servicios de tierra dejó al país con una mínima cantidad de vuelos.
¿Qué dirá Milei el viernes? El propio presidente se ocupó de desmentir en las redes sociales un rumor que señalaba que anunciaría la dolarización de la economía, algo que Argentina hoy no está en condiciones financieras de hacer. Las cadenas de noticias afirmaron que el presidente no se sentará en el estrado de autoridades para hablar a los parlamentarios, cosa que evitó hacer el día de su toma de posesión y que su discurso será de pie, tal como hacen los presidentes estadounidenses en el del Estado de la Unión.
Y mientras se aproxima el viernes, un mensaje desde Roma, desde el Vaticano. El Papa Francisco, al que Milei ahora respeta y elogia con emoción tras haberle dedicado los peores insultos, envío una petición: «Los derechos sociales no son gratuitos. La riqueza para sostenerlos está disponible, pero requiere de decisiones políticas adecuadas, racionales y equitativas. El Estado, hoy más importante que nunca, está llamado a ejercer ese papel central de redistribución y justicia social».
Palabra por palabra, exactamente lo opuesto a lo que piensa y promueve Milei.