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Minigira de Lavrov al 'patio trasero' de EEUU en plena tormenta

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«Moscú y La Habana están unidos en su deseo de avanzar hacia la construcción de un orden mundial multipolar más justo«, anunció la Cancillería rusa horas antes de que su titular, Serguéi Lavrov, iniciara en la isla caribeña su novena visita en dos décadas. Una minigira que prosigue este martes en Caracas y que continuará el miércoles en Brasil para asistir a la Cumbre del G-20, en medio de la tormenta desatada por la sospechosa muerte en prisión del líder opositor ruso Alexei Navalny y cuando además se cumple el segundo año de la invasión rusa de Ucrania.

Sobre el tablero geoestratégico de las Américas también tiene previsto incidir el secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, que se entrevistará mañana en Brasil con Lula da Silva y posteriormente viajará a Argentina para encontrarse con su presidente, Javier Milei.

Con todo el boato tradicional, que incluye la ofrenda floral en el monumento a José Martí de la Plaza de la Revolución, Lavrov despachó con las autoridades cubanas para mostrar al resto del planeta que sus alianzas llegan a sólo 160 kilómetros de territorio estadounidense. «Por siempre la amistad y el compromiso», recalcó Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Tras el encuentro con su homólogo cubano, Bruno Rodríguez, el ministro de Exteriores de Vladimir Putin se deshizo en elogios hacia su «colaborador más importante» en América Latina, con el que, insistió, comparte la visión de un nuevo orden mundial «más justo y democrático». La revolución cubana ha cumplido este 1 de enero 65 años en el poder, con el PCC convertido en el «órgano rector de la sociedad».

«EEUU y los países occidentales utilizan el chantaje y la amenaza para imponer su hegemonía. Cuba conoce de primera mano el impacto de las sanciones estadounidenses», criticó Lavrov, quien aseguró que ha llegado el momento de unirse para erradicar «las prácticas neocoloniales«. Moscú ha contado con el apoyo mediático inestimable de las tres dictaduras continentales (Venezuela, Cuba y Nicaragua) para extender por el continente su propaganda política en torno a la invasión de Ucrania.

«El principal objetivo de esta gira es fortalecer los vínculos de Moscú con sus aliados autocráticos y sus socios populistas. Mandar un mensaje a lo que los rusos llaman el traspatio (el famoso patio trasero de EEUU, acuñado en su día para describir a América Latina por la doctrina Monroe). Ustedes siguen en Ucrania y nosotros en Cuba y Venezuela, en el corazón de Occidente», desveló a EL MUNDO el historiador Armando Chaguaceda.

Un segundo objetivo, a nivel práctico, tiene que ver con la «seguridad comercial con sus aliados iliberales y con sus socios comerciales, que son democracias con gobiernos populistas, como Lula, que se ha negado a condenar a Rusia y que ha relativizado todo, incluida la muerte de Navalny», describió Chaguaceda a este periódico.

Muy poco se sabe de cómo ha avanzado el plan ruso, acordado con La Habana, para diseñar el nuevo modelo económico de la isla, sumida en una grave crisis social y económica. En principio se buscaba imitar el capitalismo de estado autoritario vigente en la actualidad en Rusia.

Un «stand by«, como señala el economista Pavel Vidal, antiguo funcionario del Banco Central de Cuba, un proyecto que no avanza pero que oficialmente no se ha desechado.

Muy poco se sabe también de los acuerdos secretos entre gobiernos que ha llevado al campo de batalla a mercenarios cubanos. Tampoco se ha avanzado tras la petición de Alexei Zhuravlev, vicepresidente del Comité de Defensa de la Duma rusa, de instalar sistemas de misiles y suministrar submarinos a los «amigos» de Cuba, Venezuela y Nicaragua. «Los misiles hipersónicos rusos llegarán más rápido a EEUU que los subsónicos, más vulnerables, de la parte estadounidense», sorprendió el dirigente.