El Ministerio de Justicia ruso, presentó una demanda para prohibir el «movimiento LGTB internacional» en Rusia el 17 de noviembre. Considera, sin señalar casos concretos, que diversas muestras y manifestaciones de orientación extremista, «incluida la incitación a la discordia social y religiosa» han sido detectadas en las actividades del movimiento LGTB en Rusia.

En Rusia no existe ningún colectivo que se presente como «movimiento LGTB» global. Pero hace unos días, tras la propuesta del Ministerio de Justicia de Rusia para ilegalizar un «movimiento LGTB global» un grupo de activistas gays rusos desafió al gobierno anunciando la creación de una organización de este tipo.

El departamento no especificó qué considera exactamente un «movimiento», quién lo integra ni cómo está organizado. Representantes de personas homosexuales y transgénero temen que conduzca a arrestos y procesamientos. La medida es un paso más en las restricciones crecientes en Rusia sobre las expresiones de orientación sexual e identidad de género, que unas represiones que empezaron a escala nacional con la ley contra la propaganda gay de hace 10 años.

En el colectivo LGTB creen que ahora peligra cualquier apoyo psicológico o legal para los miembros de la comunidad gay. Incluso las reuniones en las que sólo se habla pueden ser delito. Los activistas temen que una prohibición del «movimiento LGTB», puede conducir a un aumento del odio y la intimidación contra la comunidad y probablemente conllevará la persecución de las personas LGTB simplemente por el hecho mismo de su existencia. Los suicidios en este colectivo, avisan los activistas, pueden aumentar con este clima cada vez más hostil.

No está claro todavía el alcance de la ley, y sus críticos creen que se aplicará de manera selectiva. Varias organizaciones de derechos humanos ya han informado de un fuerte aumento en el número de solicitudes que han recibido de miembros de la comunidad LGTB que desean abandonar el país.

Mientras crece el hartazgo y la incertidumbre sobre la guerra, Putin trata de promover una imagen de Rusia como guardián de los valores morales tradicionales en contraste con un Occidente decadente. En un discurso el año pasado, Putin dijo que Occidente no debe imponer a Rusia «sus nuevas tendencias, bastante extrañas, en mi opinión, como la existencia de docenas de géneros y desfiles homosexuales». Recientemente Putin se burló de ellos llamándolos «transformers» a los transgénero.

La audiencia se celebró a puerta cerrada; sólo se permitió la entrada a la sala a representantes del Ministerio de Justicia. El señalamiento de personas, entidades o movimientos como «extremistas» es una de las herramientas favoritas del Kremlin para cancelar lo que le molesta. Más de 100 grupos ya están prohibidos en Rusia por ser «extremistas». Casos anteriores, por ejemplo el del movimiento religioso Testigos de Jehová y el de organizaciones vinculadas al político opositor Alexei Navalny, han abierto con esta figura legal la puerta a detenciones.

El juez del Tribunal Supremo Oleg Nefedov tardó cuatro horas en considerar la reclamación del Ministerio de Justicia. En respuesta, siete organizaciones rusas de derechos humanos presentaron su propia moción al tribunal, pidiéndole que desestimara la moción del Ministerio de Justicia, razonando que no existe tal cosa como un «movimiento LGTB internacional» en Rusia.