• Guerra Israel-Gaza Nueve menores de 17 años, una niña de 4 cuyos padres fueron asesinados el 7 de octubre… estos son los rehenes liberados por Hamas
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Fiesta, disparos, secuestro, cautiverio, bombas, dramática huida abortada por gazatíes y regreso a casa. Este es el proceso que ha pasado Ron Krivoi (25 años) desde el 7 de octubre, cuando formaba parte del equipo de sonido en el multitudinario Festival Nova. Krivoi, de la ciudad de Carmiel en el norte de Israel, sobrevivió a la masacre cometida por el grupo islamista Hamas en la fiesta celebrada en una zona cercana al kibutz Reim y la Franja de Gaza pero no pudo huir. Como tampoco lo logró durante el agitado cautiverio, como se ha dado a conocer horas después de ser liberado.

Tras iniciarse el ataque armado contra el festival de música, Krivoi se escondió en unos arbustos. En contacto por teléfono con un amigo, le dijo en un momento que «escuchaba voces de terroristas». 10 minutos después, el amigo llamó y alguien, entre risas, contestó en árabe.

Desde entonces no se supo nada hasta este domingo. 51 días después, fue liberado junto a otros 13 israelíes (niños y madres) y tres tailandeses, aunque no como parte del acuerdo de tregua de cuatro días que garantiza la liberación de al menos 50 rehenes israelíes y la excarcelación de 150 presos palestinos (mujeres y adolescentes). Krivoi ha vuelto a casa pese a ser un hombre adulto (vetado por ahora por los islamistas), gracias, sobre todo, a que sus padres, que emigraron de Rusia a Israel en los años 90, le dieron la oportunidad de poseer también la nacionalidad rusa. Según el grupo integrista, recuperó la libertad como gesto de reconocimiento al presidente Vladimir Putin.

La tía de Krivoi, Yelena Magid, revela datos increíbles. En una entrevista a la emisora de radio israelí, cuenta que sus captores le retenían en un edificio en la Franja de Gaza que colapsó debido a los bombardeos. Según el Canal 13, «varios terroristas murieron».

«Tras el colapso del edificio, Roni logró escaparse y durante cuatro días estuvo solo y escondido. Intentó huir y llegar a la frontera pero, sin medios para saber dónde estaba, no lo consiguió», explica antes de contar el desenlace: «Al final, los gazatíes le capturaron y le llevaron de nuevo a manos de los terroristas».

«Siempre tuvimos esperanzas porque le conocemos y sabemos que siempre sonríe y se adapta a todo», añade ya aliviada sobre el sobrino que resultó herido levemente por el impacto de piedras el día que huyó del edificio donde estaba secuestrado. Por último, comenta que le preguntó si tiene pesadillas: «Me contestó que sí pero que eso es bueno porque significa que está sobrellevando la situación».

Si el sueño de Krivoi es triunfar en el mundo de la música, el de Hila Rotem (13) es volver a ver a su madre, Raya. Hila fue liberada pero Hamas mantuvo a su madre en cautiverio, en contra de lo que establece el acuerdo logrado con la mediación de Qatar, Egipto y Estados Unidos, que prohíbe separar a los hijos de sus madres.

Su tío Yair revela que Hila les contó que estaba con su madre en el mismo lugar en la Franja de Gaza hasta dos días antes de su puesta en libertad y que se encontraba bien. Su versión contradice el argumento dado por Hamas de que no la tenía localizada para poder entregarla.

De algunos testimonios que van saliendo de forma escalonada y dispersa de forma paralela a las tandas de rehenes liberados se desprende que la mayoría estuvieron encerrados en túneles, aunque algunos también en casas y edificios. Con el paso del tiempo, a un grupo de los secuestrados les dieron también la posibilidad de escuchar la radio, por lo que pudieron estar al tanto de lo que pasaba en su país.

Las condiciones eran especialmente duras en los túneles del grupo terrorista -especialmente para dormir y para los ancianos- donde también podían escuchar el eco de los bombardeos israelíes. «No se ducharon ni una sola vez y las condiciones eran durísimas», relata un periodista del Canal 13 tras escuchar a familiares de varios rehenes.

Meirav Raviv, prima de Keren Munder (54) liberada el pasado viernes, afirma que los secuestrados «comían, pero no de forma regular ni todo el tiempo». Citada por The New York Times, revela que comían básicamente arroz y paz. Tanto Keren como su madre Ruti (78) perdieron entre seis y ocho kilogramos cada una. Dormían, dice, sobre varias sillas juntas que hacían de banco improvisado. Y cuando tenían que ir al lavabo, debían golpear a la puerta y esperar, a veces, durante dos horas.

Alma Avraham, de 84 años, no quiere ni puede hablar. De hecho, los doctores israelíes luchan por su vida tras regresar de Gaza en estado crítico. «Mi madre fue descuidada gravemente desde el punto de vista sanitario durante toda su estancia allí, en pésimas condiciones. No recibió los medicamentos vitales para ella. Si hubiera vuelto unas horas más tarde, ya no estaría con nosotros», declara su hija Tal Amano, denunciando que fue abandonada primero el pasado 7-O y luego por organizaciones internacionales «que deberían haberla salvado».

«Hicimos lo inimaginable para que pudiera recibir medicinas. Mi hermano se reunió con un representante de la Cruz Roja Internacional para darle las medicinas pero le contestaron que no podían recibirlas», añade indignada, aunque al menos ya cerca de nuevo de su madre tras ser secuestrada en su casa del kibutz Nahal Oz.

La cifra de secuestrados antes de hacerse efectiva la cuarta tanda de liberados este lunes por la tarde era de 177, entre ellos 18 niños.