• Guerra en Europa Biden pide al Congreso otros 19.000 millones de ayuda militar y civil para Ucrania
  • Naciones Unidas Zelenski critica en Nueva York la «aparente solidaridad» de Europa y Polonia se revuelve

Hace nueve meses, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, se dirigió al Congreso de Estados Unidos reunido en sesión conjunta para recordar a Washington que ayudar a Ucrania «no es caridad», sino «una inversión» en la seguridad mundial.

Nancy Pelosi, entonces todavía presidenta de la Cámara de Representantes, le regaló una bandera estadounidense, le comparó con Winston Churchill -el único otro líder de un país en guerra que se ha dirigido al Congreso estadounidense– y dijo que el discurso de Zelenski había sido «uno de los mejores que he escuchado» en sus cinco décadas en primera línea de la política estadounidense.

Zelenski volvió a Kiev con el anuncio de la entrega de sistemas de defensa antiaérea Patriot estadounidenses para defender la infraestructura eléctrica ucraniana, que estaba siendo pulverizada por los misiles rusos y los drones iraníes lanzados por las fuerzas de Vladimir Putin.

Hoy, otro Zelenski ha vuelto a otro Washington. No habrá discursos al Congreso. No habrá nuevos sistemas de armas. Solo habrá una súplica: el desbloqueo de 24.000 millones de dólares (22.500 millones de euros) en ayuda militar a Ucrania. Quedan nueve días para que el Congreso tenga que decidir si los aprueba. Y aunque hay un consenso abrumador en que esos recursos deben ser entregados, la ayuda forma parte de un paquete presupuestario mucho mayor que está completamente atascado porque los republicanos, que controlan la Cámara de Representantes, son incapaces de ponerse de acuerdo en nada. Ésa es la razón por la que el sucesor de Pelosi, el republicano Kevin McCarthy, que es rehén de los ultras si quiere mantenerse en el cargo, ha decidido reunirse con Zelenski en privado. Sin cámaras ni micrófonos. No tanto porque no quiera que sus rivales le vean con él, sino porque quiere evitar que sus propios correligionarios le consideren demasiado cercano a Kiev.

Pero también es otro Zelenski el que va a Washington porque el presidente ucraniano se ha peleado con Polonia, y hasta logró irritar a la OTAN con sus demandas de entrada en la organización en la cumbre de Riga, en julio. Las ofensivas ucranianas de hace un año se han trocado en un tortuoso avance cuyo progreso se mide en aldeas y en cientos de metros diarios -los días que las cosas van bien para Kiev-, mientras que la corrupción en el país ha vuelto a desatar las alarmas de Washington y Bruselas.

No es solo que el consenso entre EEUU y Ucrania se haya deteriorado. También es que en los propios EEUU, el consenso es una especie en peligro de extinción, especialmente en el caso de Ucrania. La sombra de Donald Trump, casi seguro candidato a las elecciones de 2024, es enorme, y eso refuerza al sector ultraderechista del Partido Republicano, que simpatiza con Vladimir Putin y quiere abandonar a Kiev. Unos 30 representantes de esa formación se oponen a cualquier ayuda a Ucrania. De ellos, 23 han enviado hoy una carta a la Casa Blanca solicitando que se deje de apoyar a Kiev.

Esos legisladores no constituyen la mayoría del Partido Republicano. Pero son un sector importante en una formación cada día más balcanizada. Encima, el senador de ese partido Rand Paul -un ultraliberal que, paradójicamente, tiene simpatías más que evidentes por Rusia-, va a bloquear la ayuda. Es solo postureo político. Paul ya hizo eso con el último plan de ayuda a Ucrania. Pero es otra señal de que la estrella de Zelenski se está apagando en un Washington en el que la única batalla que importa es la del 5 de noviembre de 2024, el día en el que se elegirá al presidente de Estados Unidos.

Y en esa batalla, el Gobierno de Joe Biden también está cambiando gradualmente de posición. El Pentágono sigue sin enviar misiles Atacms de 300 kilómetros de alcance a Ucrania por razones que nunca ha explicado. Los temibles tanques M-1 estadounidenses están cruzando Europa más despacio que los elefantes de Aníbal cuando pasaron los Alpes rumbo a Roma. El jefe del Estado Mayor, el general Mark Milley -un militar político donde los haya, capaz de ser trumpista, primero, y bidenista ahora- ha venido a decir esta semana que Ucrania no será capaz nunca de recuperar todo el territorio ocupado por Rusia. Washington está centrado exclusivamente en China; Europa es una preocupación secundaria. Después de llevar trabajándose el cargo media vida, la mayor experta del Departamento de Estado, Victoria Nuland, no va a ser nombrada número dos de la diplomacia estadounidense. Ese puesto va a ir a Kurt Campbell, el coordinador de Asuntos del Indopacífico en el Consejo de Seguridad Nacional. Para EEUU, el presente y el futuro es Asia, no Europa u Oriente Medio.

Eso queda para esta tarde de Washington -noche de España- cuando Biden se reúna con Zelenski en la Casa Blanca. Será una reunión de varias horas entre los dos líderes y sus equipos. Acaso cuando termine se clarifique el paisaje un poco, tanto en lo que refiere a las relaciones entre Washington y Kiev como a las de los propios estadounidenses -y, especialmente, los republicanos-.