El alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, ha ordenado a sus servicios técnicos que empiecen a elaborar una lista de colonos israelíes culpables de actividades violentas «y ataques contra palestinos en Cisjordania» para aplicarles, lo antes posible, sanciones. No hay por el momento una propuesta formal, y no hay unanimidad entre los estados miembro, pero el español espera poder «ponerla sobre la mesa». Para lo que sí hay luz verde es para implementar castigos contra la cúpula de Hamás, para intentar ahogar financieramente a la organización terrorista.

Ese es el balance de la reunión de los ministros de Exteriores de los 27 que se ha celebrado este lunes en Bruselas, la última del año si no hay sorpresas. Borrell sube el tono cada día que pasa. Su análisis es duro, mucho más que la mayoría de los líderes occidentales. Hoy ha denunciado, de nuevo, la situación de los civiles en Gaza, que a su juicio «es catastrófica y diría que apocalíptica». La respuesta israelí, lamenta, «está dejando un número increíble de muertes civiles. Creo que el sufrimiento humano constituye un desafío sin precedentes para la comunidad internacional», pues el 85% de la población, 1,9 millones de personas, están desplazadas internamente y a nivel de infraestructuras «es igual o mayor destrucción que las ciudades alemanas en la Segunda Guerra Mundial».

En la agenda, este lunes, estaban varios tipos de sanciones. Por un lado, una propuesta de Francia, Alemania e Italia para endurecer la presión sobre Hamás y su cúpula. La organización está desde 2003 en la lista de terroristas de la UE, y por lo tanto sujeta a sanciones. Pero la mayoría de los gobiernos cree que se pueden endurecer, revisar, para evitar circunvalaciones. «Hamás hace mucho tiempo que está considerada organización terrorista y el 7 de octubre hicieron muchos méritos para que sea considerada como tal. No ha habido ninguna oposición a la propuesta de Italia, Francia y Alemania y se planteará ante el Consejo para aprobación», ha resumido el español al concluir la sesión.

Pero además, hay países que han «señalado la importancia de actuar contra la violencia en Cisjordania» por parte de los colones, pues «las propias autoridades israelíes han admitido que utilizan terror contra civiles», ha dicho Borrell. «Estamos alarmados de la violencia en Cisjordania por los colonos violentos. Y estamos alarmados por el hecho de que el Gobierno israelí haya aprobado la construcción de otras 1.700 viviendas en Jerusalén. Este para expandir los asentamientos, que son ilegales bajo el derecho internacional. Condenamos esta decisión y prepararemos un comunicado sobre ello», ha añadido.

El alto representante no tiene ahora mismo el consenso necesario, pues las sanciones europeas funcionan por unanimidad, como las cuestiones importantes de Política Exterior. «Haré una propuesta para sancionar a colonos extremistas en Cisjordania siguiendo los pasos de EEUU y usando el marco de Derechos Humanos y se lo presentaré a los Estados Miembro. Mi papel es hacer propuestas al Consejo, pero la política exterior pertenece a los Estados y necesito unanimidad de todos, lo cual a veces hace difícil mi papel».

El jefe de la diplomacia comunitaria, atado de manos, cree que «ha llegado el momento de pasar de las palabras a los hechos y pasar a tomar las medidas que podemos tomar contra los actos de violencia contra las poblaciones palestinas en Cisjordania. Ya son demasiados actos de violencia y demasiados muertos, sobre todo después el 7-O. Lo hemos discutido hoy no puedo decir que haya habido unanimidad».

Los servicios técnicos han empezado ya a recopilar nombres para esas listas, y luego las capitales «decidirán si les parece oportuno o no» aprobar las sanciones, que en la mayoría de los casos consisten en la congelación de activos y la prohibición de entrar en la UE, cuando son a título individual. Pero que se convierten en prohibición de comerciar con la UE cuando se amplían a las empresas u organizaciones responsables de violación de los derechos humanos.

Países como Bélgica, Irlanda e incluso Francia han abierto la puerta a sanciones nacionales si no hay consenso entre los 27, algo que parece complicado porque Hungría, que en general pone palos en las ruedas de la política exterior, es especialmente activa en esta cuestión, y como norma bloquea o suaviza la mayoría de los comunicados o condenas que tienen que ver con Israel.

Preguntado por la cuestión, el ministro español, José Manuel Albares, ha dicho que muchos socios han «hablado de los enemigos de la paz», aquellos que «con su actuación complican la solución de dos estados. Hamas es una organización terrorista y se ha planteado en avanzar en un régimen de sanciones, y también la misma vía para los los colonos violentos». Pero a la hora de decir si estaba a favor de unirse a esos gobiernos europeos que actuarán en todo caso, se ha puesto más de perfil. «No me gusta hacer política ficción. Vamos a ver el documento y camino de sanciones pero he visto un apoyo favorable», se ha limitado a decir.

España fue uno de los cuatro países, junto a Irlanda, Bélgica y Malta firmó una carta destinada al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, pidiendo que «ante la gravedad de la situación en Gaza y la posibilidad de que el conflicto escale en Cisjordania y en toda la región», en el Consejo Europeo de la semana próxima se lleve a cabo «un debate serio sobre lo que está ocurriendo en Oriente Medio con el objetivo de que la Unión Europea pacte una posición clara y común sobre el conflicto».

En la última cumbre de líderes se discutió sobre el tema, y tras muchas horas de negociación se pidió de una manera tibia que hubiera algunas pausas, en plural, a los bombardeos de Israel. Apenas horas después, los países europeos votaron de forma muy dividida en Naciones Unidas. Los cuatro países mencionados, los más críticos con Israel por el número de víctimas civiles y los miles de niños fallecidos, quieren que de la cumbre del jueves y viernes salga una llamada «de manera urgente a las partes que declaren un alto el fuego humanitario duradero que pueda conducir al fin de las hostilidades»,

Pero no ocurrirá. Fuentes diplomáticas explican que el término «alto el fuego» sigue siendo «muy problemático para varias delegaciones» y que hay poco margen para avanzar por ahí. Y dicen que si bien la posición de España, Bélgica, Malta o Irlanda debe ser escuchada, está lejísimos de suponer un mínimo consenso entre los 27 como para que se pueda ir más allá de donde se ha ido hasta ahora. Pese a todos los daños, colaterales o no.