Quién. Los jóvenes del gigante asiático han encontrado en la conocida ‘app’ de citas un instrumento útil para acceder a puestos en el mercado laboral.
Qué. El paro se ceba especialmente con este sector de la población, con una cifra récord del 21,3% el pasado mes de junio.
Por qué. La aplicación tiene características que la hacen especialmente útil para permitir conectarse con personas que trabajan en grandes empresas.
Las banderas rojas con cinco estrellas están por todas partes. Cuelgan de fachadas, farolas y árboles. En el cielo, los helicópteros despliegan a diario una bandera gigante que sobrevuela el skyline de Shanghai y la Gran Muralla de Pekín. A pie de calle, los repartidores las llevan en las motos y la gente camina con ellas en las manos. Abundan los improvisados puestos callejeros con banderillas nacionales. Muchos vendedores han provechado la explosión patriótica por las fiestas del Día Nacional de China, que coinciden con el Festival del Medio Otoño. Al final se junta un largo puente que brinda a millones de chinos sus vacaciones más largas del año. Es lo que se conoce popularmente como la Semana dorada. Ocho días festivos en total, con 900 millones de viajes previstos, que concluyen el viernes.
«Para que luego digáis en Europa que los chinos no tenemos vacaciones», bromea Sarah Fenglan, una veinteañera que trabaja en una consultoría internacional en Shanghai. En realidad, ella sabe bien que este receso nacional, como todos los largos feriados, tiene trampa. «Luego nos hacen trabajar varios sábados y domingos seguidos para recuperar los días. Es lo habitual en las empresas chinas», reconoce.
Sarah, formada en filología inglesa, lleva cinco meses trabajando en la consultoría. Había sido contable en una empresa de mudanzas que quebró durante la pandemia. Después, abrió con un par de amigos una tienda de cosméticos en el centro de Shanghai que nunca terminó de arrancar. De nuevo buceando por el mercado laboral, encontró trabajo gracias a Tinder.
«Nunca había usado antes la aplicación, ni siquiera para ligar. Pero en redes sociales comenzaron a salir varias publicaciones con testimonios de gente joven que había encontrado trabajo conectando directamente con empleadores que están en Tinder. Comencé a utilizar la app y conocí a un chico que trabajaba en una consultoría. Le dije que buscaba trabajo y se ofreció a ayudarme. Le pasó mi curriculum a su jefe y dos semanas después me llamaron», explica Sarah. Ese chico de Tinder, además de compañero de trabajo, ahora también es su novio.
El mes pasado, Sixth Tone, una revista de Shanghai que dedica muchos reportajes a los problemas de la juventud china, publicaba un análisis sobre cómo muchos chavales, ante el creciente desempleo, están recurriendo a la aplicación de citas para buscar trabajo. Tinder está sirviendo como reemplazo de LinkedIn, que se retiró del mercado chino este año.
«La aplicación tiene varias características que la hacen útil para quienes buscan empleo: permite a los usuarios conectarse con personas fuera de su círculo social inmediato. La mayoría de los usuarios en el Tinder de China son adultos con un trabajo decente, por lo que hay mayores posibilidades de obtener referencias en una gran empresa. Muchas personas también incluyen los nombres de sus empleadores y universidades en sus perfiles, y es posible seleccionar a los usuarios según su género, edad e intereses», reza el artículo.
El histórico paro juvenil tiene la culpa de que, para muchos chinos, Tinder se haya convertido en la bolsa de trabajo más popular. El desempleo alcanzó en junio un récord del 21.3%. Uno de cada cinco jóvenes está desempleado. ¿Qué es lo primero que hizo el Gobierno chino ante el desánimo contagioso que hay entre los recién graduados? Pues decidió ocultar por primera vez las cifras del desempleo por edades. Llevamos tres meses sin conocer los datos. Es un viejo recurso del que suelen tirar en Pekín cuando las aguas andan revueltas: si se cierran los ojos, el problema desaparece.