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  • Entrevista Xóchitl Gálvez, candidata a la Presidencia mexicana: «Los españoles de ahora ni siquiera tienen nada que ver con lo que pasó en el colonialismo»

Dos mujeres aspiran a conseguir el cargo público más importante de los 20.000 que se pondrán en juego, el próximo 2 de junio, en las elecciones más grandes de la historia de México. A menos de tres meses para la cita con las urnas, la ex alcaldesa de la capital y candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, se mantiene como gran favorita para suceder a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con alrededor del 50% de los apoyos, seguida por la candidata de la coalición opositora, Xóchitl Gálvez, que se ha propuesto remontar las encuestas que le sitúan entre 20 y 30 puntos porcentuales por detrás de su rival. El pasado viernes, ambas arrancaron oficialmente sus campañas presidenciales con actos multitudinarios cargados de simbolismo que revelan las claves de su estrategia para convertirse en la primera mujer en presidir el país en el que cada año se producen más de 3.000 feminicidios.

La puesta de largo de Sheinbaum fue toda una exhibición de músculo electoral. Alrededor de 350.000 personas abarrotaron la segunda plaza más grande del mundo, el Zócalo de la Ciudad de México, para arropar a la candidata ungida por López Obrador. Más allá de la habitual guerra de cifras, las imágenes aéreas daban poco margen a la especulación. Las filas de los seguidores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no solo llenaron la icónica plaza, sino también varias calles aledañas. El gran ausente de la cita fue, precisamente, el líder moral del movimiento, quien tuvo que resignarse a escuchar el evento desde el Palacio Nacional, ubicado en uno de los costados del Zócalo, ya que la Constitución no permite al presidente participar en actos de campaña, una prohibición que, sin embargo, esquiva a diario en sus intervenciones públicas.

Consciente de que no tiene el mismo carisma que su predecesor, a quien debe buena parte de su éxito electoral, Sheinbaum quiso garantizar en su discurso la continuidad de los proyectos iniciados por AMLO: «Nos tocará, juntos y juntas, guardar el legado de un hombre que está hoy en Palacio Nacional, que ha cambiado para bien la historia de nuestro país. Nos ha enseñado a no caernos frente a ninguna adversidad, a no arrodillarnos frente al poder del dinero, a confiar en el pueblo y su dignidad». Detrás de ella, aplaudiendo con entusiasmo, se sentaron sus principales socios políticos y referentes de la izquierda mexicana, entre los que destacan los dirigentes de sus partidos aliados, como el Partido del Trabajo y el Partido Verde, sus antiguos rivales por la candidatura de Morena o la prestigiosa escritora Elena Poniatowska.

Los asistentes rebautizaron el coro habitual «¡Es un honor estar con Obrador!» por «¡Es un honor estar con Claudia hoy!», mientras la aspirante enumeraba sus 100 compromisos de Gobierno, entre los que destacan: prohibir la reelección de cargos públicos, crear becas para mujeres mayores de 60 años, subir el salario mínimo, inversión en energías renovables, renovar caminos y mejorar las líneas de trenes de pasajeros. Sheinbaum no rehuyó su condición de favorita: «Nos va a corresponder ser la primera mujer presidenta de México. Tengo claro que no llego yo, llegamos todas, llegamos con nuestras ancestras y con nuestras hijas. Tengo claro que me va a corresponder luchar también por las mujeres de México».

No más ‘abrazos’ a los criminales

La candidata de la coalición opositora, integrada por el Partido de Acción Nacional (PAN), Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido de la Revolución Democrática (PRD), escogió Fresnillo, la ciudad con la percepción de inseguridad más alta de México, donde el 96% de sus habitantes se sienten inseguros, como lugar para lanzar su campaña. Toda una declaración de intenciones de esta exsenadora de 61 años, cuyo mayor logro hasta la fecha ha sido lograr mantener unida una coalición de partidos históricamente enfrentados e ideológicamente antagónicos, a los que el hegemónico movimiento de López Obrador ha obligado a fusionarse para contar con alguna opción de victoria, aunque sea mínima. La violencia ha sido la gran asignatura pendiente del gobierno de AMLO, cuya estrategia de seguridad, basada en el mantra ‘Abrazos no balazos’, ha convertido su sexenio en el más violento de la historia del país, con más de 180.000 homicidios.

«Se acabaron los abrazos a los criminales (…) vamos a regresar la paz y la tranquilidad al país», prometió Gálvez en un acto que arrancó con un minuto de silencio «por todas las personas asesinadas del país». Sin pelos en la lengua, Gálvez acusó a sus rivales de defender a los criminales: «Morena es narco y miedo». Entre otras medidas, la candidata opositora propuso que México y EEUU asuman el control conjunto de las aduanas, mejorar las condiciones salariales de los policías, duplicar el número de efectivos de la Guardia Nacional y crear una nueva cárcel de máxima seguridad, aunque rechazó que su gobierno fuera a aplicar la misma estrategia que B en El Salvador, «ojalá nuestro problema fueran las maras, nosotros tenemos a los cárteles». En sus primeros días de campaña, Gálvez ha recorrido algunas de las ciudades más violentas del país, como Irapuato, donde realizó un inusitado ‘pacto de sangre’ ante un notario, comprometiéndose a no eliminar los programas sociales vigentes.

A pesar del favoritismo que otorgan las encuestas a Sheinbaum, el analista político y consultor de comunicación, Luis Antonio Espino, considera que el resultado de la elección todavía no está decantado: «en México hay un abuso de las encuestas como instrumento de propaganda. La estrategia de Morena es usar al máximo posible estas encuestas para fijar un mensaje de que esto ya está decidido, pero no es así». Según explica a EL MUNDO, el presidente López Obrador ha influido personalmente en esta percepción: «Todos los presidentes habían ‘metido las manos’ de alguna manera, pero lo que él hace no tiene precedentes: es el uso directo, discrecional y a la vista de todos del poder presupuestal, político y comunicacional de la Presidencia para incidir en el resultado de la elección».