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El príncipe Guillermo ha sido el gran ausente en el cónclave de la realeza europea en homenaje al rey Constantino de Grecia, celebrado el martes en la capilla de San Jorge de Windsor. El heredero de la Corona británica figuraba incluso en el programa oficial, pero excusó a última hora su presencia alegando «razones personales» y dejó a la reina Camila como máxima representante de la monarquía británica (en ausencia del rey Carlos en tratamiento por un cáncer no especificado).

El «plantón» de Guillermo, que reside con su familia en el chalé Adelaide en el complejo de Windsor y a menos de 10 minutos a pie del castillo, disparó las alarmas sobre el estado de salud de su esposa, Kate Middleton, convaleciente aún de la operación abdominal a la que fue sometida en enero. El Palacio de Kensington ha intentado aplacar los rumores asegurando que la princesa de Gales «se encuentra bien», sin dar más detalles.

Pese a asumir temporalmente las funciones de representación de su padre en actos públicos, Guillermo no se ha prodigado precisamente de cara a las cámaras. Su última aparición en público fue hace 10 días en la entrega de los Bafta. El viernes visitará Gales. La semana pasada saltó sin embargo a titulares por un inusual comunicado alegando que la ofensiva de Gaza había causado «demasiado sufrimiento humano» y expresando su deseo de que el conflicto acabe «lo antes posible».

El Palacio de Kensington advirtió hace dos semanas que Guillermo compaginaría sus actos oficiales con sus obligaciones familiares mientras dure la recuperación de Kate Middleton, al menos hasta Semana Santa. Al parecer, la familia al completo (con sus hijos George, Charlotte y Louis) pasó unos días en Sandringham durante la reciente pausa escolar en febrero, antes de regresar al modesto chalé Adelaide donde tienen su residencia.

La ausencia de Guillermo se confirmó a falta de apenas media hora para el arranque de la ceremonia de acción de gracias en honor a Constantino. El príncipe telefoneó personalmente a la familia del último rey griego, que fue además su padrino, para justificar su ausencia en el último momento. Su nombre aparecía incluso en el programa especial con una lectura del Libro del Apocalipsis, 21, 1-7: «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar ya no existía….».

La reina, acompañada de su cuñada

La soledad de Camila, con conjunto y sombrero negros, fue bien patente a la entrada en de la capilla de San Jorge, en el saludo de rigor al decano de Windsor, reverendo Christopher Cocksworth, junto a la viuda de Constantino, Ana María de Grecia.

La princesa Ana arropó a la reina en la ceremonia privada, que había sido inicialmente programada para finales de enero en la abadía de Westminster y fue aplazada precisamente por la intervención de próstata de Carlos III. El acto dejó en evidencia los problemas que la doble ausencia del monarca y de la Princesa de Gales está ocasionando a la monarquía británica.

El príncipe Andrés y ex esposa Sarah Ferguson, con buen aspecto pese a su reciente diagnóstico de cáncer de piel, se llevaron de hecho gran parte de la atención mediática. La princesa Beatriz, Tim Laurence, Zara Philips y Mike Tindall ocuparon los bancos reservados a la familia real. La aristocracia británica estuvo ampliamente representada en el funeral con la presencia de los Kent, los Gloucester o los Mountbatten, que fueron el vínculo directo entre las dos casas reales a través de Felipe de Edimburgo, primo de Constantino de Grecia. El rey Felipe, la reina Letizia, doña Sofía (hermana de Constantino), Juan Carlos I y las infantas Elena y Cristinaasistieron también a la ceremonia.

Curiosamente, Carlos III estuvo en el castillo de Windsor hasta poco antes de que empezara la ceremonia. El rey fue fotografiado abandonando el complejo antes de que llegaran los invitados, y poco después a la entrada en Clarence House, su residencia en Londres.

Pese a estar retirado temporalmente de los actos públicos mientras dura el tratamiento del cáncer, el rey se ha dejado ver ocasionalmente en misa los domingos junto a su residencia de Sandringham, donde pasa la mayor parte del tiempo. La semana pasada despachó con el ‘premier’ Rishi Sunak en persona por primera vez en el último mes.

Carlos ha buscado recientemente el «consejo espiritual» de Archimandrite Ephraim, abad del monasterio ortodoxo de Monter Athos. «Hemos estado en contacto desde su diagnóstico y creo que lo superará», declaró el abad Ephraim a varios medios griegos. «Carlos tiene una sofisticada vida espiritual».