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En Relaciones Internacionales está absolutamente claro que la idea de que dos no pelean si uno no quiere es una absoluta estupidez. Si uno es atacado, y no pelea, le pasan por encima. Lo sabe bien Ucrania y lo sabe igualmente Armenia, consciente de que aunque esa lucha dure lustros no siempre lleva a buen puerto. Los jefes de Gobierno de 49 estados europeos se han visto las caras este jueves en Bruselas y uno de los platos principales en la agenda estaba previsto que fuera un encuentro a puerta cerrada entre el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, y el azerbayano, Ilham Aliyev. Pero éste, en el último momento, se rajó. No quería sentarse, no quería las críticas, y no quería repetir el formato de las veces anteriores, una mesa con su vecino y enemigo con la presión de Emmanuel Macron, Olaf Scholz y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

La ausencia fue una gran decepción, pero permitió al primer ministro armenio reunirse con los principales mandatorios comunitarios, hacer lobby, arañar declaraciones de apoyo y algo más de dinero. «En estos tiempos difíciles, la UE y Armenia están hombro con hombro (…) Reiteramos nuestra condena de la operación militar de Azerbaiyán contra la población armenia de Nagorno-Karabaj y reafirmamos la necesidad de respetar la soberanía y la integridad territorial tanto de Armenia como de Azerbaiyán», explican en un comunicado conjunto la presidenta de la Comisión y Nikol Pashinyan, que piden «el pleno respeto a la soberanía y jurisdicción de los países, así como en los principios de igualdad y reciprocidad».

También se pronunció sobre el tema el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, tras reunirse con Pashinyan, anunciando una invitación a ambas partes para una reunión en Bruselas a finales de este mes para iniciar conversaciones para un potencial acuerdo de paz. Michel, que ha viajado a la zona varias veces en los últimos años, ya logró un encuentro de los dos países y mandatorios en la última celebración de la Comunidad Política Europea, en Moldavia. Y confía en poder sentarlos de nuevo lo antes posibles.

Mientras, él, junto a Emmanuel Macron y Olaf Scholz, emitió otro comunicado para meter presión. «Estamos comprometidos a fortalecer aún más las relaciones UE-Armenia», dicen las instituciones comunitarias, que han aprobado otros 15 millones de euros «para abordar las necesidades socioeconómicas urgentes y apoyar la compra de alimentos y combustible».

En su declaración, los tres de la UE subrayaron «su apoyo inquebrantable a la independencia, la soberanía, la integridad territorial y la inviolabilidad de las fronteras de Armenia» y «coincidieron en la necesidad de proporcionar asistencia humanitaria adicional mientras enfrenta las consecuencias del reciente desplazamiento masivo de armenios de Karabaj».

La clave, más allá de palabras, es el equilibrio en el tablero. Rusia ha perdido su papel de mediador regional tras la invasión de Ucrania. Y Turquía tampoco vale. Recep Tayyip Erdogan también se ausentó en el último momento de la cita de Granada, sin muchas explicaciones. Parte de su diplomacia dice que fue un castigo a España por no haber invitado a su ministro de Exteriores a la reunión de los ministros del ramo en Toledo a finales de agosto. Pero la razón principal está en esa zona, en el conflicto. Y en lo que consideran un veto de Francia a su papel de mediador.

Emmanuel Macron lo negó desde la ciudad andaluza, instando a todas las partes a colaborar. Y la UE pidió «una mayor cooperación regional y la reapertura de todas las fronteras, incluida la frontera entre Armenia y Turquía, así como la apertura de enlaces de conectividad regional basados en el pleno respeto de la soberanía y jurisdicción de los países, así como en la principios de igualdad y reciprocidad».