«Es una buena noticia para Venezuela la elección de un Consejo Nacional Electoral (CNE) tan profesional, tan equilibrado y de tanto nivel», subrayó ante el país un Nicolás Maduro eufórico tras la juramentación de un nuevo árbitro electoral diseñado a su medida de cara a las presidenciales del año que viene. El caudillo bolivariano ha impuesto al frente del CNE a uno de sus colaboradores más estrechos, Elvis Amoroso, que para más inri se encargó de la inhabilitación de los líderes opositores desde la Contraloría General de la República.
«El inhabilitador que más inhabilite, buen inhabilitador será. Es su premio por complacer a la autocracia», criticó el chavista crítico Nicmer Evans. Gracias a las inhabilitaciones de Amoroso, siempre al servicio del Palacio de Miraflores, ni la conservadora María Corina Machado, que encabeza todas las encuestas de cara a las primarias opositoras de octubre, ni el centrista Henrique Capriles puede participar en las presidenciales del año que viene. Amoroso está sancionado por Estados Unidos.
«Es un incondicional y cómplice de tareas sucias», recordó Juan Guaidó, ex presidente encargado también inhabilitado, desde el exilio.
En el banquillo de los magistrados suplentes Maduro cuenta con otro chavista duro, el general Fabio Zavarse, señalado por el Tribunal Penal Internacional por «inducción y complicidad» en delitos de lesa humanidad. La oposición no ha olvidado cómo Zavarse, quien fuera comandante general de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), permitió la emboscada violenta de paramilitares chavistas contra sus diputados a las puertas precisamente del CNE.
Junto al polémico Amoroso estarán otros dos «furibundos maduristas», como los definió el dirigente opositor Luis Florido. Se trata del coronel Carlos Quintero, poder en la sombra del CNE en los últimos años, y de la hasta ahora secretaria del órgano legislativo revolucionario, Rosalba Gil, viuda de Darío Vivas, otro histórico de la facción proMaduro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Precisamente fue Cilia Flores, primera combatiente revolucionaria y mujer de Maduro, la encargada de dirigir con mano de hierro el proceso que ha llevado a la sustitución del CNE anterior por el actual, ambos bajo la fórmula de tres revolucionarios por dos opositores, estos sin ninguna capacidad para impedir las arbitrariedades revolucionarias.
En esta ocasión, el chavismo ha dado su visto bueno como magistrados a Aimé Nogal Méndez, cercana al partido opositor Un Nuevo Tiempo (UNT), y a Juan Carlos Delpino, quien fuera rector suplente del CNE en 2020 a requerimiento del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). A Nogal se la identifica con el grupo de Stalin González, dirigente de UNT que ha participado en las negociaciones en México, bajo supervisión internacional, entre el gobierno y la oposición democrática.
«El CNE plegado al sistema será una de las tantas barreras que vamos a derribar«, apostilló Machado. Una vez más, el CNE incumple con los requisitos constitucionales, que de forma expresa prohíben que los elegidos estén vinculados a organizaciones políticas.
Con este golpe de mano en el tribunal electoral, el «hijo de Chávez» no sólo buscaba la máxima fidelidad una vez que ha tomado la decisión de seguir en el poder hasta 2030 al precio que sea. En el Palacio de Miraflores también pretendían impactar en el seno de la oposición a falta de unas semanas para la realización de las primarias. Y lo ha conseguido.
«Este CNE es una farsa más del régimen, lo rechazamos. Es el resultado de la alianza unánime de la dictadura y sus pseudo-opositores», protestó Julio Borges, líder de Primero Justicia (PJ), quien ha perdido a uno de sus magistrados y ve cómo tanto UNT como Acción Democrática, que conforman el G-3 de la oposición, se sentarán en el órgano electoral.
Desde la Plataforma Unitaria opositora se lanzaron críticas a los dos partidos por formar parte del nuevo CNE a espaldas de la Comisión Nacional de Primarias.
«¿Qué hará el nuevo CNE? Cancelar las primarias y organizar megaelecciones (presidenciales y locales) fraudulentas y anticipadas», adelantó el analista político Georg Eickhoff.