Las relaciones entre España y Venezuela no son tranquilas desde hace mucho tiempo. El marco típico de la vida diplomática normal entre dos países con relaciones muy estrechas no se aplicó durante años entre Madrid y Caracas. Por La Moncloa han pasado cuatro jefes de Gobierno en lo que va de siglo y dos reyes por la Zarzuela. En el Palacio de Miraflores sólo dos nombres: Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Ningún cambio trajo paz, ningún cambio trajo libertad y democracia a la nación caribeña.
En los últimos siete años, Las relaciones se enredaron. Ahora bien, la postura del Gobierno español es ambigua, si no ambigua, sí pero no, y miren para otro lado. Permaneciendo silenciosos y discretos, vagos canales pseudodiplomáticos y, de vez en cuando, pellizcos de monja y algunos gestos para calmar las conciencias.
Ayer, ningún miembro del gobierno español se ofreció a felicitar a la líder de la oposición María Corina Machado, premio Nobel de la Paz. Los dos ministros que hablaron –Margarita Robles y Félix Bolaños– lo hicieron con el objetivo de avanzar más: uno para poner en marcha la situación en Oriente Medio y el otro para que no le correspondiera expresar su opinión sobre el veredicto del jurado. Los líderes de la Unión Europea celebraron el premio.
Entre el reconocimiento de Juan Guaidó como “presidente responsable” de Venezuela, el 4 de febrero de 2019, hasta ayer con El sonoro silencio del gobierno español Antes de que Machado recibiera el Nobel pasaron muchas cosas y entraron en escena figuras inesperadas: Delcy Rodríguez, la vicepresidenta de Maduro, y José Luis Rodríguez Zapatero, el expresidente español, son claves.
Han pasado más de seis años desde aquella majestuosa intervención de Pedro Sánchez en la que anunció el reconocimiento de Juan Guaidó como “presidente responsable” de Venezuela, tras comprobar que el régimen de Maduro está desoyendo la exigencia internacional de convocar elecciones presidenciales libres, democráticas y transparentes: “La posición común fue acordada a nivel de la Unión Europea por iniciativa del Gobierno de España (…) No daremos un paso atrás” ante esto empeño. [la causa de la democracia en Venezuela]. España estará a la altura de lo que se espera de ella.
El embajador de España en Caracas, Jesús Silva, alojó en la sede diplomática al líder opositor Leopoldo López y facilitó su marcha a Madrid. El gobierno destituyó a Silva y no nombró ningún sucesor. Las relaciones diplomáticas estuvieron a punto de romperse. Quizás sólo para mostrar, porque apenas un año después, el 20 de enero de 2020, el lugarteniente de Maduro, Delcy Rodríguez aterrizó de noche en Madrid A pesar de la prohibición del espacio Schengen. El ministro José Luis Ábalos vino a recibirla. Los motivos de su extraña presencia en Barajas, el conocimiento que Sánchez tenía de su llegada, la agenda que pensaba desarrollar, las maletas que llevaba y las explicaciones contradictorias del gobierno español… indican que Un anillo en la niebla que aún no se ha disipado.
No fue hasta principios de 2023 que Madrid decidió nombrar un nuevo embajador en señal de distensión, y poco después propuso en la Unión Europea el levantamiento de las sanciones al régimen con la esperanza, dijeron, de negociaciones inestables entre Maduro y la oposición antes de convocar elecciones.
Estos pasos no fueron sorprendentes. Ejecutivo l Pedro Sánchez ya ha allanado el camino Las relaciones amistosas con Caracas se fortalecieron a través de un canal secundario e informal liderado por Zapatero.
Un camino en el que la tendencia parecía clara a favor del régimen, lejos de ocupar una posición central entre ambos partidos. Maduro, que lidera la misión del Grupo de Puebla, ha autorizado a Zapatero como observador en las elecciones de julio de 2024. Se ha denegado el permiso a la Unión Europea. La comunidad internacional calificó esas elecciones de fraudulentas. Zapatero guardó silencio y el Gobierno se limitó a exigir actas electorales. Y así hasta hoy.
El lavado de cara se produjo semanas después de que el líder opositor Edmundo González fuera aceptado como refugiado político en España, quien ganó las elecciones, según los registros recopilados. Este gesto humanitario no estuvo exento de polémica Porque González tuvo que firmar su salida de Venezuela “comprometiéndose” con la reelección de Maduro frente a los seguidores del régimen -la propia Delcy Rodríguez y el jefe de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez- en la Embajada de España y en presencia del embajador, Ramón Santos.
Desde ese incidente, el gobierno nunca ha ofrecido, ni siquiera como símbolo, reconocer a González como presidente electo a pesar de las demandas del Congreso y el Senado. En esta ocasión, España ya no muestra su liderazgo en la Unión Europea; Ni defender la lucha de la oposición liderada por Machado. Ayer, el silencio del ejecutivo dejó claro de qué lado estaba cada lado.













