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  • Unión Europea La muerte de Navalny: cuando Occidente duda, Putin actúa

La policía rusa detuvo a más de 100 personas en concentraciones espontáneas en homenaje al fallecido opositor Alexei Navalny, muerto en prisión este viernes, informó este sábado el grupo de defensa de los derechos humanos OVD-Info.

La organización indicó en su página web que, según su balance del sábado por la mañana, «más de 101 personas fueron detenidas en diez ciudades», principalmente grandes centros urbanos.

Unas sesenta fueron detenidas y encarceladas en San Petersburgo, ciudad natal del presidente ruso, Vladimir Putin, unas quince en Nizhni Nóvgorod, unas diez en Moscú y en Krasnodar.

También se produjeron detenciones en otras ciudades de la parte europea de Rusia y de Siberia, precisa OVD-Info en su página web, recoge Efe.

Además, la Policía recogió los datos personales de todos los participantes en esos actos, incluido los reporteros que acudieron a cubrirlos.

El viernes por la tarde, las autoridades moscovitas habían advertido a los ciudadanos de que no realizaran manifestaciones «no autorizadas» tras la noticia de la muerte del opositor número uno del Kremlin.

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Pero por la noche, la gente hacía cola para depositar flores en los monumentos a los disidentes políticosen varias ciudades rusas, y ya se habían producido detenciones.

Las fuerzas del orden y agentes de paisano intentan desde el viernes retirar todos los memoriales creados por los simpatizantes de Navalny tanto en monumentos a las víctimas de las represiones políticas como en lugares improvisados.

Así ocurrió, según los canales de Telegram locales, frente al Kremlin en el puente donde fue asesinado en 2015 el también dirigente opositor Boris Nemtsov.

En Rusia, cualquier crítica pública al gobierno se castiga con penas de cárcel.

Miles de rusos en el exilio salieron a la calle para protestar por lo que consideran un asesinato por encargo del Kremlin y convocaron para el sábado más acciones en ciudades europeas, estadounidenses y latinoamericanas.

Alexei Navalny, de 47 años, cumplía una condena de 19 años de cárcel por «extremismo» en una remota colonia del Ártico, en condiciones muy difíciles.

Su desaparición, tras tres años de detención y un incidente de envenenamiento del que acusó al Kremlin, ha privado a una oposición ya desangrada de su principal figura, a un mes de las elecciones presidenciales que deberían consolidar de nuevo el poder de Vladimir Putin.