Las primeras palabras del ex primer ministro eslovaco Robert Fico tras conocerse su victoria electoral han sido de tranquilidad a los socios europeos: «No vamos a cambiar la orientación de la política exterior», afirmó el líder de los seudo-socialdemócratas del Smer-SD tras unos comicios que dejan de manifiesto escasa fiabilidad de los sondeos a pie de urna, que le dieron como perdedor, y que Fico es capaz de resucitar políticamente de entre los muertos.
El mensaje a los socios europeos ha debido ser por imperativo legal, pues hasta la apertura de los colegios electorales su campaña cuestionaba los valores y fundamentos de la UE y abría una grieta en la unidad y cohesión que Bruselas ha fraguado entorno a Ucrania. «Ni una bala más para apoyar a Ucrania» en una guerra de la que culpó a los «nazis ucranianos», dijo el candidato una campaña con tufo prorruso.
La narrativa de este abogado ex comunista de 59 años, amante del culturismo y de los coches, caló en un electorado cansado de que la guerra de Ucrania domine la agenda política nacional y necesitado, según el sociólogo Roman Pudmarík, de líderes fuertes que aporten estabilidad. «Quienes antes votaban a Vladimír Meiar hoy votan a Robert Fico», sostiene.
Fico ha declarado que si llega al Gobierno hará todo lo posible para comenzar negociaciones de paz en Ucrania y reiterado que no enviará armas a Ucrania.
En eso fue sincero. Tras su proclama puramente electoralista, está el hecho de que Gobierno saliente ya ha dado a Kiev todo lo que podía dar, incluida su la flota de cazas MIG-29 y el sistema de defensa antiaéreo S-300. Los arsenales están vacíos, pero puesto en boca de Fico: «Los eslovacos tienen ahora problemas más importantes que Ucrania», y «no me gusta que la UE no tenga opinión propia en algunas cosas y que está controlada por Estados Unidos».
Fico ha intentado en su discurso triunfal dar credibilidad a su promesa de continuidad en política exterior con el argumento de que el Smer -SD fue decisivo en el referéndum sobre la adhesión a la UE en 2003 y en la entrada en el espacio Schengen y en la zona euro en el año 2009. Pero 24 horas son demasiado pocas para enterrar lo dicho en campaña electoral y no todo lo que el exprimer ministro entiende como política exterior lo es en el marco de la UE. Porque entre los asuntos con los que Fico discrepa con Bruselas está la gestión comunitaria de la inmigración, los derechos LGBT+ y la Justicia.
Apartado de la primera línea política desde 2018, cuando las protestas masivas en la calle por el asesinato del periodista Ján Kuciak y su prometida, le obligaron a dimir, Fico ha sido rehabilitado en las urnas con el 22,94% de los votos. Tiene al alcance una cuarta legislatura, pero necesitará al menos dos socios y lo natural es que busque un pacto con el Hlas, fundado a partir de una escisión del Smer,-SD y el SNS . Juntos obtendrían unos 79 diputados de los 150 que integran la cámara legislativa eslovaca, pero el populismo galopante exhibido por la práctica totalidad de los candidatos durante la campaña y las rencillas entre sus líderes no garantiza esa alianza.
Encargo para formar Gobierno
Fico tiene previsto hablar con todas las fuerzas políticas, pero para eso necesita el encargo de la jefa de Estado eslovaca, Zuzana Caputová, y eso aún no se ha producido. «Vamos a tranquilizarnos y a esperar la llamada de la presidenta. Cuando recibamos el encargo de formar Gobierno abriremos la ronda de contactos», declaró. A su juicio, las negociaciones del programa de coalición deberían durar unas dos semanas.
Las prioridades de su Gobierno están claras. En la primera reunión del gabinete reforzará las medidas para la protección de fronteras para acabar con el «absurdo de que policías eslovacos patrullen con policías checos, protegiendo así a la República Checa de la inmigración, y no a la eslovaca», anunció. Fico no se plantea hacer cambios fundamentales en la estructura de las fuerzas del orden, pero sí en la cadena de mando.
El Smer-SD está listo también para cambios de personal en los órganos encargados de hacer cumplir la ley de enjuiciamiento criminal y sobre personas que, por gozar de inmunidad o privilegios, no están sujetas a la jurisdicción de las autoridades policiales y judiciales. El partido no pretende realizar cambios en la estructura básica de estos órganos, pero ve un problema en los nombramientos políticos para diversos cargos, por ejemplo, en la dirección de la Fiscalía Especial (ÚŠP).
«No recuerdo a nadie del Smer-SD hablando de abolir el Tribunal Penal Especializado (TCE) o la Fiscalía General. Nadie va a cerrarlo. Sólo decimos que estamos preparados para un cambio de personas», aseguró Fico para ahuyentar los temores a una reforma contra la independencia del poder judicial que, de paso, blanquee su partido, trufado de casos de corrupción.
«Asumiremos de nuevo el poder sin ánimo revanchista,» aunque, evidentemente, hay un problema» con el jefe de la Policía Nacional, Stefan Hamran, y con el fiscal especial Daniel Lipsic, a los que acusa de persecución política. «No se trata de una venganza. Son cuestiones elementales», ha indicado.
De cara a los electores, Fico afirmó que quiere s acabar con la inestabilidad política en el país y asegurar que la legislatura será de cuatro años. «Vamos a tratar decentemente al pueblo. Conmigo, el pueblo no tiene por qué tener miedo», ha sido una de las frases de campaña que primero pronunció un Fico victorioso que, al final, podría no serlo.
Hay alternativa a un tripartito liderado por el Smer-SD. Basta con que los socialdemócratas de Hlas renuncien a entrar en un Gobierno con Fico y se unan Eslovaquia Progresista (PS), el segundo partido más votado, y la coalición Gente Común y Personalidades Independientes (OLaNO). Sumarían 75 escaños. Con el apoyo o la abstención de un solo diputado, Fico quedaría excluido de la ecuación de Gobierno.